viernes, 3 de junio de 2011

Maternidad y empresa

Estarás conmigo, Rosa, en que la decisión de ser madre le pone aún a las mujeres en un serio dilema frente a su carrera profesional. Y para las empresas, contratar mujeres en edad de ser madres sigue suponiendo un reto importante. Recuerdo bien cómo hace algunos años un directivo se quejaba amargamente de que dos mujeres de su equipo estaban de baja médica simultáneamente durante su embarazo. Yo conocía bien a esas dos mujeres, grandes profesionales que no estaban de baja por gusto sino por problemas reales de salud. Pero él egoistamente argumentaba: "Mi mujer ha tenido tres hijos y ha trabajado hasta el último día; no vuelvo a contratar mujeres jóvenes porque esto es insostenible". ¿Insensibilidad? ¿Ignorancia? ¿Algo peor? Ya sabes, Rosa, que no me gusta pensar mal, pero creo que esa actitud miope la comparten hoy muchos directivos (varones y mujeres, por cierto) y esto, lamentablemente, tiene mucho de cultural en esta sociedad mercantilista en que vivimos.
Lo admito, si tienes que sacar adelante el trabajo de un equipo de diez personas (sea una pyme o un departamento en una empresa mayor) y dos de esas personas se te van simultáneamente de baja maternal, o le añades al embarazo de una colaboradora periodos de absentismo por complicaciones, tienes un problema. Pero yo me pregunto ¿de quién es el problema? ¿sabemos plantear el problema? ¿sabemos proponer soluciones? Pues mira, Rosa, por lo que tengo visto yo estoy convencida de que no.
A finales de mayo pasado, en una jornada organizada por Corresponsables en la Cámara de Comercio de Madrid sobre la "gestión responsable de personas", se presentaba una original iniciativa de Novartis: "Coaching Maternal" (Maternity Coaching creo que se llamaba la iniciativa globalmente para el Grupo). Se trataba de dar apoyo a las empleadas de Novartis que decidían ser madres a lo largo de su proceso de embarazo, parto y reincorporación al trabajo. Te lo aseguro, Rosa, no es broma. Me quedé estupefacta con la propuesta, que al parecer tiene muy buena acogida en la empresa. Me pareció, como se suele decir, como coger el rábano por las hojas para que no pique. O sea, para que la maternidad no sea tanto "problema", colaboremos a la estabilidad psicológica individual de las madres. No, si mala idea no es, pero el "problema" no se resuelve con esos paños calientes.
¡El "problema" es que la maternidad no debería ser considerada un "problema"! Pero claro, díselo tú a pequeños empresarios o jefes de departamento. ¡Esos sí tienen un problema! ¿Entonces qué hacemos?
Pues yo debo de ser una ilusa incorregible, pero es que lo veo mal enfocado. Verás, lo que yo pienso es que la maternidad es un grandísimo valor para la sociedad, y la sociedad en su conjunto debería apoyar mucho más a las madres y los padres. La Administración Pública y las empresas tienen que cambiar el enfoque y plantearse soluciones con valentía y sentido común. Para encajar bien la maternidad con la buena marcha de la empresa se debe tomar suficiente perspectiva para que lo que antes se veía como un problema empiece a verse como una oportunidad. Y eso sólo puede hacerse desde arriba, desde los máximos responsables de la empresa.
Hace años se me ocurrió una idea que nadie me "compró" y aún tengo guardada para tiempos mejores. Te la cuento. Parto de la premisa de que un embarazo dura nueve meses, y las bajas maternales son razonablemente previsibles a medio plazo. Por eso sería perfectamente posible elaborar un programa estable de rotación de personal en las empresas, de forma que existiera permanentemente una lista de personas dispuestas a cubrir temporalmente las bajas maternales de sus compañeras, utilizando las ausencias de éstas como una formidable oportunidad de formación y desarrollo profesional. Las empleadas embarazadas deberían formar a sus suplentes durante los meses anteriores a su baja, y así la transición sería suave y sin alteraciones en la marcha de la empresa. Todo el mundo gana: se promueve la formación en el puesto de trabajo, se suavizan los desequilibrios ocasionales de plantilla, mejoran la consideración de la maternidad y el clima laboral, el negocio no sufre, ...
Pero claro, poner en marcha un programa como éste tiene una gran dificultad: es necesario que la Dirección General y la Dirección de Recursos Humanos sean capaces de romper con viejos clichés y pensar en positivo. Los mandos intermedios tienen que aceptar el reto, ser generosos con sus recursos y saber colaborar entre grupos y departamentos. Poderse, se puede. Y los beneficios son muchos y grandes.
No, ya sé que no es fácil, pero estoy convencida de que el fin merece la pena. ¿Por qué no podemos llegar a ver la maternidad como una gran oportunidad de progreso para las empresas? Yo apuesto decididamente por ello.

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