A solas con Rosa
Reflexiones sobre Sostenibilidad y Solidaridad
sábado, 23 de julio de 2011
El valor del trabajo
lunes, 18 de julio de 2011
¿Me entiendes?
No pude asistir al congreso de responsabilidad social empresarial de Zaragoza el pasado junio, pero mi amiga Beatriz me mantenía informada. Me contó que allí se dijo que uno de los mayores retos que se le plantean a los que trabajamos en esto es que “la sociedad no termine de entender el concepto de responsabilidad social empresarial”.
¡Pues estamos listos!, pensé yo. O sea, que unos cuantos cientos de profesionales que estamos tratando de explicar “el concepto” a la sociedad tenemos que afrontar el problema de que “la sociedad no nos entienda”. A ver si el problema va a ser que nosotros no nos sabemos explicar…
Esa afirmación me recuerda al presuntuoso y poco educado “¿me entiendes?” de Belén Esteban en la televisión. A mí me han enseñado desde pequeñita que cuando explicas algo a alguien, para saber si te está entendiendo no le debes preguntar si te entiende (es como tomarle por tonto) sino comprobar si te estás explicando correctamente. Es decir, en lugar de “¿me entiendes?”, es preferible decir “¿me explico?”
Pues eso, que el verdadero reto de los que tratamos de explicar de qué va esto de la responsabilidad social en las empresas, en las organizaciones y en la sociedad, no es ése que se decía en Zaragoza sino otro: hacernos entender. Claro que lo primero que necesitamos es entenderlo nosotros mismos. Y a menudo, te lo aseguro, Rosa, llegas a hacerte un lío y te replanteas tus principios y los porqués de tu propio trabajo.
Una vez que nosotros mismos entendemos lo que hacemos, por qué lo hacemos y adónde queremos llegar con ello, lo siguiente que tenemos que hacer es ponernos en el lugar de los que nos escuchan y hacernos entender. A mí me parece de sentido común.
Y si al final los que nos escuchan no nos entienden, será por una de dos razones: O nos explicamos mal o simplemente lo que contamos no es tan importante ni tan claro como nos parece.
Yo creo que en todo esto sobra autocomplacencia y falta capacidad de escucha y empatía con la sociedad. Las personas saben lo que quieren, Rosa, y entienden bien lo que bien se explica.
¿Tú me entiendes, verdad?
sábado, 4 de junio de 2011
Desnutrición industrial
viernes, 3 de junio de 2011
Maternidad y empresa
jueves, 2 de junio de 2011
Claridad noruega
miércoles, 1 de junio de 2011
Mesas redondas
Como, aparte de asistir como oyente, a veces me toca ir de ponente, me gusta sacar conclusiones de por qué sí o por qué no cada acto me gusta más o menos.
Valoro mucho el tiempo de los demás y, por supuesto, me gusta que valoren el mío. Así que agradezco infinitamente la buena organización de este tipo de actos, que los ponentes aporten ideas interesantes, que sepan exponer y, si es posible (¡que debería serlo siempre!) que den tiempo y oportunidad al debate abierto con los asistentes.
¡Cuántas veces es mucho más enriquecedor el debate que las conferencias! ¡Y qué pocas veces dejan los organizadores tiempo suficiente para que se fragüe un buen debate!
Pues en todo esto, como te decía, he llegado a una conclusión curiosa. Es la siguiente:
Networking
El networking es eso que hacemos tomando un café y unas pastas a la salida de las conferencias y mesas redondas. Y también es lo que hacemos cuando contactamos con gente en LinkedIn. ¡Qué bueno es para los que trabajamos por libre! Pero vaya, también para los que trabajan en nómina.
Al principio te hinchas a repartir tarjetas y a que te presenten gente. O sea, creas tu red para que te conozcan, y todos los contactos te parecen pocos. Pero ¡ay! llega un momento en que empiezan a buscarte a ti. Y te piden contactar en Facebook, en LinkedIn, en Twitter... ¡Tengo 55 seguidores en Twitter y casi no tuiteo! ¿Qué pensarán de mí? ¿Qué esperarán que les cuente?
Llegas a un punto en que o gestionas tu red de contactos o tu red te fagocita. Y con lo desordenada que soy yo esto supone un reto importante.
¿Y qué me dices de acordarte de las caras y los nombres de la gente cuando te los encuentras? Es que te tienes que acordar de la cara, del nombre, de la organización en la que está, de lo que te contó la última vez, de eso que te pidió y tienes pendiente, del problema que tenía (¿se habrá resuelto?)... ¡y casar todo eso en unos segundos!
Ya sabes que soy muy fisonomista. Cara que veo, cara que se me queda. Pero los nombres me fallan con frecuencia, y juntar cara y nombre no siempre es fácil. Te confieso un secreto: la blackberry ayuda, sobre todo cuando tengo a la gente en mi directorio con sus datos y su foto. ;-)
Pero ya te digo, esto del networking es de lo que más me gusta de mi trabajo. Cuando trabajaba en una empresa mi universo profesional se limitaba a los compañeros, algunos proveedores y poco más. Emprender mi propia aventura profesional en solitario me puso un gran reto por delante: crear mi propia red de contactos, personalizada y tematizada.
¡Y vaya reto! Apasionante, a veces agotador y siempre gratificante.