lunes, 18 de julio de 2011

¿Me entiendes?

No pude asistir al congreso de responsabilidad social empresarial de Zaragoza el pasado junio, pero mi amiga Beatriz me mantenía informada. Me contó que allí se dijo que uno de los mayores retos que se le plantean a los que trabajamos en esto es que “la sociedad no termine de entender el concepto de responsabilidad social empresarial”.

¡Pues estamos listos!, pensé yo. O sea, que unos cuantos cientos de profesionales que estamos tratando de explicar “el concepto” a la sociedad tenemos que afrontar el problema de que “la sociedad no nos entienda”. A ver si el problema va a ser que nosotros no nos sabemos explicar…

Esa afirmación me recuerda al presuntuoso y poco educado “¿me entiendes?” de Belén Esteban en la televisión. A mí me han enseñado desde pequeñita que cuando explicas algo a alguien, para saber si te está entendiendo no le debes preguntar si te entiende (es como tomarle por tonto) sino comprobar si te estás explicando correctamente. Es decir, en lugar de “¿me entiendes?”, es preferible decir “¿me explico?”

Pues eso, que el verdadero reto de los que tratamos de explicar de qué va esto de la responsabilidad social en las empresas, en las organizaciones y en la sociedad, no es ése que se decía en Zaragoza sino otro: hacernos entender. Claro que lo primero que necesitamos es entenderlo nosotros mismos. Y a menudo, te lo aseguro, Rosa, llegas a hacerte un lío y te replanteas tus principios y los porqués de tu propio trabajo.

Una vez que nosotros mismos entendemos lo que hacemos, por qué lo hacemos y adónde queremos llegar con ello, lo siguiente que tenemos que hacer es ponernos en el lugar de los que nos escuchan y hacernos entender. A mí me parece de sentido común.

Y si al final los que nos escuchan no nos entienden, será por una de dos razones: O nos explicamos mal o simplemente lo que contamos no es tan importante ni tan claro como nos parece.

Yo creo que en todo esto sobra autocomplacencia y falta capacidad de escucha y empatía con la sociedad. Las personas saben lo que quieren, Rosa, y entienden bien lo que bien se explica.

¿Tú me entiendes, verdad?


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